martes, 7 de diciembre de 2010

En el Manix...

Aquella mañana estábamos los dos allí, sentados uno frente al otro. Una pequeña mesa oscura  y dos bitter kas, era lo que nos separaba. Nada parecía presagiar lo que nos depararía ese momento. Era el bar Manix. Sí,  aquel que hacía esquina detrás de casa. Aún recuerdo a Vicente, el dueño, el pobre se tuvo que cambiar de ciudad y dejar atrás su negocio por culpa de un desalmado. Teníamos la mirada perdida, eramos ausentes. Una cierta angustia nos invadía a los dos. Te lo volví a proponer como tantas veces antes lo había hecho. ¿ Y si nos marchamos de aquí ¿?. Para mi sorpresa y beneplácito, me dijiste: ¡ Pues vámonos ¡. Tu angustia era tan grande que querías cambiarlo todo y empezar de cero en otro lugar. Yo me encontraba desbordado por la emoción. Pero enseguida me asaltaron dudas. Sería ese cambio la solución a muchos problemas? Se amoldaría mi familia a ese cambio? Sería realmente ese cambio el que llevo muchos años esperando o por el contrario sería otra de mis “voladuras”? El cambio sería brusco pues pasaríamos de vivir en una gran ciudad al alcance prácticamente de todo, a vivir en una urbanización en la montaña, retirada de comercios, escaparates y gente paseando por las calles. A mí el cambio me ilusionaba mucho, tu parecías seguirme. Enseguida empezamos a mover los hilos necesarios para saber hasta donde nos podíamos liar económicamente. Fue todo en un pis pas. Teníamos la zona deseada ya explorada. Había como siempre una pega, estaba muy lejos. ¿Lejos? Lejos de donde, del trabajo. Sí, no era normal hacer tantos kilómetros para ir a trabajar. Despues de todo, tenía un trabajo fijo al que no podía dar de lado. Por otro lado no era un trabajo en el que me viera llegando a la jubilación. Tenía un trabajo fijo y bien remunerado pero tenía una vivienda en la que no era feliz con mi familia. ¿ Que sería mejor, seguir mal viviendo cerca del trabajo o intentarlo con el consiguiente aumento de gasto e inversión de horas própias? ¿Tendría que sucumbir a la idea de vivir donde siempre había soñado solo por tener que hacer muchos kilómetros? Como bien aprendería mas tarde, el trabajo fijo es una cosa relativa. Siempre se te puede pedir que cambies de ubicación. Otras oportunidades profesionales se te pueden ofrecer. Pero me sentiría mucho mas a gusto con mi familia y conmigo mismo. Nos lanzamos a la piscina. Tenemos que aprovechar la corta edad de los niños y la extraña situación que se cuece con los bancos, los cuales te “facilitan” el acceso a ese sueño.
   Llevamos mas de seis años vivendo en la casa cariño. No todo ha sido un camino de rosas, pero no cambio estos seis años por todos los que vivimos en la antigua vivienda. Los chavales, ya grandes, han tenido la oportunidad de criarse en otro ambiente. Se les ve felices y agradecen que los hayamos criado aquí. Ahora vivo felíz, aunque el trabajo fijo ya no está. Espero, como es normal, que tarde o temprano tenga otro. Aunque no sea fijo. Lo que si tengo seguro es que vivo donde quería, que no me equivoqué y que solo lo cambiaría si tu decidieses marcharte. Espero que seas tan feliz como yo lo soy a tu lado.

2 comentarios:

  1. Fué en su momento un cambio radical y un poco complicado,pero estupendo. Yo soy feliz y mis niños commigo tambien y tu por supuesto eres único. Te quiero a ti y a tus locuras.

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  2. me encanta,esta muy bien trabajado el blog.felicidades socio.policia_80

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