viernes, 14 de enero de 2011

Mi experiéncia con Spanair

      Justo en el final de este periodo festivo como han sido las navidades, he tenido la suerte de volver a probar un transporte público muy poco frecuentado por mí. Y digo suerte, porque disponía de la nada despreciable cantidad de euros necesaria para acceder a tan especial aparato.
 La compañía que había decidido usar, es una con un slogan un tanto peculiar: "Spanair, la de todos".
 Una de las cosas que me sorprende mas, amen del filtro policial, son los precios de las consumiciones y productos que podemos adquirir "al otro lado"; cuando ya te han radiografiado de arriba abajo, cuando ya no tienes salida, cuando no hay marcha atrás... ¿Porqué todo es mucho mas caro?¿A ellos no los vigila nadie?¿Esto es normal?
 Llega el momento de subir a bordo. Aunque voy acompañado y muy bien acompañado, no deja la mente de jugar conmigo y me recuerda que voy a ver azafatas de esas que se ven en las películas. Jjajajajaj Primera mentira, con todos mis respetos, esas chicas solo podrían trabajar en el cine ciego (que no, mudo). Jjajajajajaj.
 Parece ser que el personal de abordo a parte de ser poco agraciado en el físico, tampoco es muy diestro en acomodar al pasaje, no solo no ayudan a los mas torpes, si no que se toman el lujo de hacer comentarios en tonos burlescos. Esto crea un estado de ansiedad en los que van entrando, pues creen que se van a quedar sin su asiento y me vienen a la mente,  escenas de cine español de la postguerra.
 ¿La de todos? Ja, ya me gustaría ver a mí a una persona de dos metros sentarse en uno de esos asientos (si se les puede llamar así) ¿Por qué no nos hacen ir de pié directamente?¡En el mismo avión cabríamos más personas y ganarían más dinero¡ ¡Qué vergüenza¡ La nave, daba síntomas de relativa limpieza, en fín.
 Por fín llegamos al destino. La misma ansiedad para subir es la misma que para bajar, pero se le suma una espera injustificada a mi forma de entender, ya con el avión totalmente parado. Mis pensamientos se alimentan con comentarios de otros pasajeros como: ¡Siempre pasa lo mismo con esta gente¡¿Pero acaso no estan preparados para cuando llegamos?.
 Solo han pasado cuatro días, me encuentro de nuevo a punto de volar. Misma compañía, mismos comentarios con la variación, de que si para ir me acompañó un niño muy consentido que chillaba como si lo estuvieran matando y que no paró hasta que acabó el viaje (1 hora 20 minutos), a la vuelta me acompañó una persona con una dichosa maquinita electrónica, la cual cada seis segundos emitía un sonido que terminaba por romperme la cabeza (haced la cuenta, cada seis segundos contados eh¡)
. Por fín piso tierra firme en un pasillo enorme, enorme. Con el mármol que hay en ese pasillo, nos hubiésemos ahorrado una cantera. ¿Hace falta tanto lujo y tan impresionantes equipamientos? No sabía yo que "la de todos", me tenía la última reservada.
 Después de mas de quinientos metros de pasillo, llegamos a la famosa cinta temida por tantos y tantos viajeros. Es una cinta negra, larga, como si fuera un lagarto, por donde en breve han de salir nuestro equipaje. Pasados diez minutos, se pone en marcha el lagarto y aparecen hasta tres bultos. Tengo ganas de llegar a casa el vuelo con los ruiditos dichosos y la presión, hacen que la cabeza este a punto de estallarme. El lagarto decide pararse y dejan de aparecer maletas.
 Pasan los minutos. La gente empieza a moverse, hasta ahora estábamos todos clavados en el suelo con la mirada perdida esperando nuestras pertenencias.
 El tiempo va pasando. Sigue pasando.
 Se escuchan los primeros resoplidos, los golpes con los tacones de zapato y curiosamente, un comentario que ya había escuchado antes: ¡esta gente siempre hace igual¡ Los más nerviosos se van acercando en cadena hacia una especie de punto de información donde la persona resposable comunica a los presentes, que no disponen de plantilla suficiente para atendernos y deberemos esperar aún más. Totalmente increíble en los tiempos en que estamos.
 Paso casi el mismo tiempo esperando una maleta que en el vuelo, realmente bochornoso.
 Abandono el aeropuerto pensando, el próximo viaje, en tren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario